Una madre joven se sentó en silencio mientras observaba la tabla optométrica que estaba frente a ella. Acompañada de sus dos hijos pequeños, había acudido a una prueba de salud ofrecida por ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ en Honduras. Mientras se prolongaba su silencio, se volvió evidente que no estaba leyendo la tabla porque ni siquiera podía ver las letras más grandes.
«Resultó que estaba casi ciega», dijo Ann Garton, DNP, consejera de ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ en St. Ambrose. «Hicieron falta tres pares de lentes puestos uno sobre el otro para que pudiera ver. Por primera vez vio el rostro de sus hijos».
La mujer hondureña se fue con una referencia para obtener un par de lentes gratuito y la promesa de un profundo cambio de vida. A pesar de la inmensidad del momento, no había tiempo para reflexionar. Muchas otras personas esperaban su turno en busca de atención médica, dental y de la vista.
En marzo de 2024, un equipo de veinte personas –entre las cuales había estudiantes de St. Ambrose– colaboró durante tres días con proveedores de atención médica y trabajadores de salud comunitaria hondureños. En ese periodo, el equipo hizo un proceso de triaje de 267 personas para atender enfermedades, heridas y otros problemas médicos; proporcionaron atención dental a 244 personas; y dieron atención de la vista a otras 149, muchas de las cuales padecían deficiencias de la vista que afectaban su vida diaria. Luego, en el curso de tres días más, el equipo de ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ ayudó a construir instalaciones sanitarias para hogares.
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comenzó en 2003 como un proyecto nacido de la buena voluntad de los estudiantes de Marquette University y se ha expandido para incluir más de 500 capítulos alrededor del globo. En asociación con comunidades locales en Centroamérica, Europa y África para alcanzar sus objetivos de salud y economía, ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ se enfoca en empresas, ingeniería, medicina y salud pública.
Garton, directora del Instituto de Atención Centrada en las Personas de St. Ambrose, fue una de las primeras personas que adoptaron el programa TeleBrigades de ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ, el cual comenzó cuando la pandemia por COVID-19 puso un alto a todas las actividades en cada país.
«Ahora, mediante TeleBrigades, nuestra clase de Salud para población lactante visita Honduras de manera virtual cada semestre», comentó. «Los estudiantes trabajan en conjunto con proveedores en las citas de telesalud y educan a los trabajadores de salud comunitaria de Honduras sobre temas de salud pública».
Cuando se reanudaron las actividades en los países después de la pandemia, siete estudiantes –seis de enfermería y uno de trabajo social y español– se embarcaron en el primer viaje de St. Ambrose con ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ a Honduras. Para esto, se unieron al capítulo de ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ de Nueva York/Vermont, NYVT Nurses Unite, para cumplir el requisito mínimo de 20 miembros del equipo.
Soportar tropiezos para marcar la diferencia
Las condiciones de las zonas rurales de Honduras son diferentes de lo que viven los estudiantes de manera cotidiana: no hay agua corriente, el calor es intenso y las personas no cuentan con atención médica básica.
«Los estudiantes vieron con sus propios ojos cómo la falta de servicios sanitarios y atención dental y de la vista impacta en el bienestar general de la población», comentó Garton. «No puedes ir a trabajar con una dentadura en mal estado».
Julia Beltz, generación de 2025, dijo que ella y sus compañeros de clase sabían que este viaje sería un reto. Lo que no sabían era cuán significativo sería propiciar y mejorar el bienestar de la gente a través de los recursos y la educación que les proporcionaban.
«Gran parte de lo que hice durante el trabajo médico de nuestro viaje lo dediqué a la educación», explicó Beltz, quien tiene una doble titulación en trabajo social y español. «Como era la única hablante de español de St. Ambrose, me pedían mucho que interpretara. Pude hablar de verdad con la gente».
Beltz ayudó a enseñar a niñas y niños a cepillarse los dientes, una práctica que a menudo no se incentiva a causa de la carencia de suministros de higiene dental. «Les pusimos dentaduras postizas a animales de peluche para practicar. A las niñas y niños les encantó. También leímos libros y jugamos muchos juegos mientras sus madres y padres recibían atención médica. El ambiente era caluroso y seco, con poca sombra; fue agotador. Cada día era muy diferente de los demás y no faltaron los tropiezos».
«Pregunté a las mamás cuánto dormían de noche y la mayoría dijo un promedio de entre cuatro y cinco horas. Les pregunté qué hacían cuando necesitaban darse un descanso de atender a sus hijos y dijeron que se ponían a limpiar la casa. También pregunté si sabían que había ayuda disponible de parte de proveedores itinerantes y dijeron que no lo sabían. Ni siquiera sabían lo que es la salud mental. Pensé para mí misma: “¿Cómo puedo ayudarlas si ni siquiera saben qué son estas cosas?”. Me dolió mucho saber que tenían una gran necesidad pero no contaban con recursos ni conocimiento».
«En cuando tuve oportunidad, busqué a Ann y me solté a llorar. Ella me tocó el brazo con su mano y dijo: “Por esto estamos aquí, Julia; para aprender qué huecos podemos llenar. Tú estás interpretando e identificando sus necesidades para nosotros. Lo que haces es importante y nos llevará al éxito”. Cuando me dijo eso, fui a enjugarme el rostro con agua y volví al trabajo. Fue un día difícil pero gracias a eso descubrí mi interés por la salud pública».
El coraje de atreverse
Es preciso tener cierta fortaleza para prestar servicio en un país que recibe poca atención como Honduras. Sin importar cuántos videos mires o cuántos artículos leas, no puedes saber realmente lo que te espera.
Garton asegura que la recompensa no tiene precio: «Los estudiantes aprenden muchísimo. Aprender a no ir en actitud de rescate, sino a trabajar con solidaridad; a respetar los deseos de la gente y su cultura. Esto hace que el trabajo sea holístico y sustentable, ayudando así a garantizar que haya continuidad después de que nos vayamos».
Los estudiantes aprenden aun más sobre sí mismos.
«Las lecciones que aprendí me fortalecieron», afirmó Beltz. «Aprendí que distintos tipos de personas pueden trabajar en conjunto para lograr cosas increíbles. Crecí mucho y sentí mucha alegría».
Los estudiantes aprenden aun más sobre sí mismos.
Garton insta a todos los estudiantes a participar en el programa. «Necesitamos estudiantes de servicios sociales y de salud, ingeniería y comunicación. Todo mundo puede participar».
No hace falta que los estudiantes viajen al otro lado del mundo para marcar la diferencia. Después del viaje de servicio de la primavera pasada, los estudiantes participantes crearon el capítulo de ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ de St. Ambrose. El grupo recaudará fondos para apoyar a proveedores locales, trabajadores de salud pública y familias locales de las comunidades de ³Ò±ô´Ç²ú²¹±ô‵þ°ù¾±²µ²¹»å±ð²õ. Además, planificarán viajes futuros a Honduras.